LA MEJOR INVERSIÓN
Amigo, hoy quiero hablarte algunas verdades sobre el matrimonio:
El matrimonio fue creado por Dios para que ambos, el hombre y la mujer, fueran coherederos de la gracia de Dios. Como hombres, debemos entender que Dios no nos ha dado a nuestra esposa para que nos sirva, sino que los dos somos “socios” en este negocio llamado matrimonio. Sabemos que, para crear a Eva, Dios tomó una costilla de Adán y las costillas están a nuestros lados. No tomó un hueso del pie de Adán para que fuera pisoteada o la tuviera siempre bajo sus pies, tampoco tomó un hueso de su cabeza para que la mujer lo dominara o le gritara. Dios tomó una costilla para que juntos, lado a lado, formaran esta relación gloriosa en la cual los dos son socios en el matrimonio y trabajan juntos, amándose el uno al otro.
La segunda verdad de la cual quiero hablarte es: Tu esposa es una muestra del favor de Dios en tu vida, por lo tanto, agradece a Dios por ella y no te quejes de ella.
Cuando tú y yo nos casamos, papá y mamá siguen existiendo en nuestras vidas, seguimos amándolos, pero ya no estamos bajo su dominio o autoridad. Esta es la siguiente verdad de la cual quiero hablarte.
Hombre tenemos que entender que en el momento en el que nos casamos la mujer más importante en nuestra vida no se llama mamá se llama esposa, es ella quien toma el primer lugar. Sí, por encima incluso de nuestra madre y debemos amar a nuestras esposas como Pablo nos enseña en Efesios: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”. Pablo nos está hablando de un amor sacrificial, un amor que se entrega. Cristo se entregó y murió en una cruz, su muerte fue violenta y dolorosa. Hombre, quiero decirte que algunas veces nosotros tenemos que morir a nosotros mismos, a nuestros deseos y anhelos, y sacrificar lo que queremos por amor a nuestra esposa.
Después Pablo dice en el siguiente versículo …para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra. Nos habla aquí de cómo Dios por medio de su Palabra nos santifica. Amigo, ¡las palabras que tú y yo hablamos a nuestras esposas son tan importantes! Que de nuestra boca salgan palabras de sanidad, de aliento, que la levanten, animen y motiven. Que no sean palabras de queja ni comparación ya que todo eso es destructivo en el matrimonio, destruye su autoestima y la intimidad.
Pablo continúa diciendo… a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, así mismo se ama (Efesios 5:25-28). Marido, en esta parte Pablo nos exhorta a amar a nuestras mujeres como a nuestros mismos cuerpos. Así como tú y yo nos cuidamos y cuidamos nuestro aspecto físico bañándonos, afeitándonos, preocupándonos por nuestra ropa y corte de cabello, de la misma manera debemos cuidar en todos los sentidos a nuestra esposa. Tristemente he visto hombres en el ministerio que caminan vestidos y arreglados mucho mejor que sus esposas, pero debemos ser hombres que invierten en sus mujeres, no solo en nosotros mismos. Cualquier cosa que vale la pena merece inversión. El matrimonio es una bendición, pero se invierte tiempo, recursos e interés, y tú y yo debemos mantener esa inversión constante.
Dios nos dio una esposa para juntos ser compañeros en esta vida. Honra el día de hoy con tus palabras a esa mujer que está a tu lado, bendícela con tu atención y te aseguro que Dios hará cosas maravillosas en tu matrimonio.