ESTABLECIENDO LÍMITES

 
 
 
 
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Y ordenó el Señor Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás. Génesis 2:16. Estas fueron las palabras que Dios les dio a Adán y a Eva, fue una ley impuesta para ambos.

Luego vemos en Génesis 3 que la serpiente engañó a la mujer… la serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el SEÑOR Dios había hecho. Y dijo a la mujer: ¿Con que Dios os ha dicho: “No comeréis de ningún árbol del huerto”? (Cuando el enemigo viene a nuestra vida, siempre inicia trayendo mentira) Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto, ha dicho Dios: “No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis.” ¡Dios nunca dijo que no podían tocar el fruto! Él solo les dijo que no podían comerlo. Eva estaba siendo seducida por el pecado y empezó a verlo agradable, porque esto es lo que Satanás hace en nuestras vidas, presentarlo como algo agradable sin mostrar la destrucción que vendrá después. Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría, tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido que estaba con ella, y él comió. Adán había escuchado directamente la ordenanza de Dios de no comer de aquel árbol. Eva fue engañada, sin embargo Adán escogió desobedecer al dejarse guiar por su mujer.

Encontramos en la Biblia una historia más sobre un matrimonio en el que el hombre cede a su esposa y trae graves problemas. Estoy hablando de Moisés y Séfora. Dios había establecido al pueblo de Israel la circuncisión al octavo día de nacimiento, Moisés no explica a Séfora esto y ocasiona que Dios quiera matarlo (Éxodo 4:24).

Tristemente he escuchado a muchos hombres que cuando sus hijos se acercan para preguntarles algo o pedir un permiso su respuesta es “pregúntale a tu mamá”, “lo que diga tu mamá”, “si ella te da permiso está bien”. Al hacer esto no están asumiendo la autoridad y responsabilidad que Dios nos ha dado como hombres. Debemos entender que Dios nos ha puesto como cabeza de nuestro hogar y debemos actuar como tal. Seamos hombres que establecen los valores y límites en nuestros hijos, en nuestro matrimonio y en nuestra familia y escojamos obedecer.

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