VERDADEROS HOMBRES

 
 
 
 
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Cuando Adán y Eva tomaron del fruto, sus ojos fueron abiertos y conocieron que estaban desnudos así que tomaron hojas de higuera para cubrirse (Génesis 3:7). Esto sucedió porque vino en ellos una conciencia de que habían hecho mal. El pecado siempre nos va a apartar de Dios pero la convicción de pecado que el Espíritu Santo trae a nosotros nos atrae nuevamente a Él y nos hace correr a pedirle perdón. Contrario a esto es la condenación, esta viene de parte del enemigo y nos aleja de Dios pues nos hace sentir sucios e indignos; y así como Adán y Eva, queremos escondernos de Dios y huir de su Presencia. Si tú te encuentras en esta situación, queriendo esconderte de Dios, es el enemigo trayendo condenación a tu vida.

Y oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del huerto. Y el Señor Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás? Y él respondió: Te oí en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí. Génesis 3:8-10.

Claro que Dios sabía donde estaban, Él lo conoce todo pero quería darles esa oportunidad de arrepentirse. Eso es lo que Dios hace contigo y conmigo. Cuando fallamos Él nos llama, no para condenarnos, sino para que confesemos nuestro pecado y por medio de Él ser salvos.

Hay ocasiones en nuestra vida que somos confrontados por algunas personas, ya sea nuestro jefe, un compañero de trabajo, un oficial de policía, un profesor, nuestros padres, esposa o incluso Dios así como le sucedió a Adán. “Y Dios le dijo: ¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del cual te mandé que no comieras? Y el hombre respondió: La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.” (Génesis 3:11) Adán no aceptó su responsabilidad. Lejos de pedir perdón y reconocer su error, buscó un escape y culpó a alguien más por sus actos y al hacer esto perdió su hombría. Muchas veces tú y yo somos como Adán, buscamos culpables o pretextos por nuestras acciones o malas decisiones y no asumimos la responsabilidad que nos corresponde. Hay hombres que abandonan a la mujer porque está embarazada y no asumen su responsabilidad y esto es otro claro ejemplo de un hombre perdiendo su hombría.

La diferencia entre un niño y un hombre es que un hombre asume total responsabilidad por sus acciones y no solo eso, sino por las de su familia también. Si tu vecino toca a la puerta enojado con una pelota en la mano porque tu hijo acaba de romper su ventana, como padre lo correcto es asumir la responsabilidad de los daños por nuestro hijo. El mayor ejemplo de un verdadero hombre es Jesucristo mismo, quien murió en la cruz tomando toda la responsabilidad de la humanidad. Él siendo justo y sin pecado, tomó la posición que nos correspondía.

Amigo, si queremos ser hombres de verdad tenemos que empezar el día de hoy asumiendo total responsabilidad por nuestras acciones, por nuestra esposa y por nuestra familia.

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