El Poder de la Palabra

Jacob está en Egipto con todos sus hijos, está envejeciendo y sabe que su tiempo en la tierra está por terminar. La bendición de Dios vino a la vida de Jacob por medio de la Palabra de Dios sobre él (v.4). Amigo, ¡hay poder en la Palabra de Dios hablada! Cuando Dios creó el mundo, bastó con que llamará a existencia lo que hoy conocemos como el universo. 

Jacob le pide a José que traiga a sus dos hijos, pone sus manos sobre ellos y los bendice con unas palabras (v.15-16). Hombre, necesitamos reconocer el poder de nuestras palabras. Toma tiempo en casa para que por lo menos una vez a la semana te sientes con tus hijos, pongas tus manos sobre ellos y declares la Palabra de Dios en sus vidas. Escoge escrituras de la Palabra y decláralo en voz audible sobre ellos, que ellos puedan escucharte. Si eres abuelo, te animo a que lo hagas sobre tus nietos. 

Hombre, Dios nos ha dado el poder de ser de bendición con las palabras que salen de nuestra boca. Toma la Palabra de Dios y declárala sobre tus hijos y tus nietos para bendecirlos. 


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