Límites que nos protegen
La historia del rey Senaquerib en el libro de Isaías nos muestra las graves consecuencias de no respetar los límites que Dios ha establecido. Al buscar más poder y gloria de los que Dios le había concedido, este rey experimentó una trágica caída. Al igual que él, todos enfrentamos el desafío de vivir dentro de los parámetros divinos que están diseñados para nuestra protección y bendición.
El libro de Isaías nos describe las acciones de un rey que no supo vivir dentro de los límites que Dios había establecido para su vida, y cómo eso lo llevó a una muerte trágica. Cada uno de nosotros debe entender que tenemos límites, y cuando permitimos que nuestro orgullo o avaricia nos lleve a desear más de lo que Dios ha dispuesto para nosotros, nos encontraremos en grave peligro.
Dios había dado al rey Senaquerib de Asiria el poder para conquistar reinos, pero en su arrogancia no estaba conforme con las victorias que Dios le había dado y quiso conquistar Judá. Es en ese acto de querer ir más allá de los límites que Dios había establecido cuando la mano de Dios se tornó en su contra. Dios envió un ángel que mató a más de 185,000 soldados asirios y luego indujo a los hijos del rey Senaquerib a matarlo en el templo de su dios Nisroc.
La historia de este rey debe servirnos como ejemplo. Dios desea bendecirnos y prosperarnos, pero también establece límites para nuestro bien. Cuando intentamos sobrepasar lo que Dios tiene para nosotros, nos ponemos en peligro. He visto hombres a quienes Dios bendice en sus negocios, pero en su afán de tener más, se endeudan para adquirir más coches, una casa más grande y lujosa, más vacaciones, etc., y terminan perdiendo su fe, su familia, su paz… todo por no estar conformes con los límites que Dios había establecido.
El rey Salomón es otro buen ejemplo. Dios había puesto límites para los reyes de Israel, prohibiéndoles acumular muchos caballos, mujeres o riquezas (Deuteronomio 17:16-17). A pesar de estos límites escritos por Dios, Salomón se dedicó a acumular caballos, mujeres y riquezas. Tenía 1,400 carros tirados por caballos y 12,000 jinetes; entre esposas y concubinas, tenía 1,000 mujeres, y acumuló tanta plata que era como piedras (1 Reyes 10:26-11:8).
El ir más allá de los límites impuestos por Dios llevó a Salomón a abandonar a Dios y seguir a los dioses de sus mujeres, y al final de su vida declaró: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”. No solo terminó Salomón sin encontrar valor en la vida, sino que Dios le arrebató a su hijo 10 de las tribus de Israel y se las dio a otro hombre.
Amigo, aprendamos a vivir agradecidos con Dios por todo lo que Él nos da, y a estar conformes dentro de los límites que Él establece en nuestras vidas. Los límites nos protegen, y aunque a veces parezcan restrictivos, sirven para impulsarnos. Truett Cathy fundó una cadena de restaurantes que no abren los domingos, a pesar de que ese día es uno de los mejores para las ventas en el sector de comida. El Sr. Cathy quería que sus empleados pudieran usar ese día para ir a sus iglesias y estar con sus familias. A pesar de que imponerse ese límite parecía una locura, su restaurante, “Chick-fil-A”, es el número uno en ventas por establecimiento. Sus restaurantes venden en promedio $9.3 millones de dólares anuales, comparado con McDonald’s, que vende solo $3.7 millones de dólares por tienda. El límite de no abrir los domingos no ha detenido su negocio.
Amigo, los parámetros que Dios establece en tu vida, ya sea personal, empresarial, etc., no son para limitarte, sino para protegerte y para que tu satisfacción sea Dios, no las cosas o logros. ¿Qué parámetros crees que Dios ha establecido en tu vida? ¿Estás viviendo contento dentro de esos parámetros, o estás intentando rebasarlos?
Hoy te invito a reflexionar sobre los límites que Dios ha puesto en tu vida. ¿Estás agradecido y conforme con lo que Él te ha dado, o estás intentando sobrepasarlos, impulsado por la avaricia o el orgullo? Recuerda, los límites no son una barrera, sino una protección. Vive con gratitud, confiando en que Dios sabe lo que es mejor para ti, y encuentra tu satisfacción en Él, no en las cosas temporales.